Despedida
Perdí el orgullo tanto tiempo atesorado, las murallas se convirtieron en bosque,
y mi tiempo comenzó a cantar en versos de cristal y balcón,
pero mi cabeza gritaba y negaba la primavera que me traías.
Era todo una falsa promesa, de verano quemado y mayo entre sábanas,
como si tus juguetes no bastaran para divertir tus sonrisas,
callada la mirada que cree que puede robarme el aliento.
Tronan las trompetas del cielo sin estrellas,
y rugiendo, se alzan las flores en sinfonías de colores,
eres la perdición de cada una de mis penas y alegrías.
Eres cada infinita posibilidad de destrucción,
y por eso has llegado para alzar una torre de marfil y besos seguros,
arrasando cada una de mis barreras que tanto me costó sostener.
¿Por qué? ¿Porque hablas como si fueses un mundo de sueños?
No eres mejor que los demás, ni tus abrazos traen más seguridad,
y es que sé que eres el lobo disfrazado de Caperucita Roja.
Vete, vete, devuélveme a mi siempre vivo invierno,
a la soledad del vaho en los cristales,
a la lluvia monótona y sus canciones de futuros rotos.
Vete de una vez, y que el verano olvide tu nombre y tus ojos de carbón encendido,
que tus rosas rojas no son mas que negras y sus espinas doradas,
porque tus palabras son viento, y como tal, siempre se alejan volando.
Has venido a traer cada silencio que creí olvidado,
cada gota de dolor y rabia que enterré en el jardín de la inocencia,
y ahora mis pies sangran por pasear desnudos sobre el alquitrán de una calle abandonada.
Tu has venido a arrastrarme a un oceáno profundo,
donde los corales hablan de las historias de los ahogados,
pero yo he venido a despedirme.
Esta es mi despedida. Llévate tu alegría de la casa que se quedó vacía,
llévate la música y las palabras amables,
pues solitaria es mi morada, y solitario soy yo.
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