Cicatrices

Un tarareo que está lleno de sueños,
que llena el vacío de la mañana oscura,
de sábanas frías y ojos llenos de pensamientos.

No queda sino despertar de la noche, 
abrazado a una posibilidad que me esquiva,
escuchar el rugir de la ducha, atronador y pálido.

El miedo se aferra, la cocina queda lejos,
y los brazos cálidos, tornan en escaleras de ladrillo,
cárcel de la vida, pupitre verde de hierro silencioso.

Se levanta el caer de los pasos, 
se detiene el corazón, duele la tinta sobre el papel,
los libros gritan desde la estanterías, aterrados.

Sonrisas de porcelana, manos que golpean,
sus palabras erosionan la voluntad del indefenso,
¿escuchas los cuchillos que emergen de sus labios?

Claro que los escuchas, resuenan en mil ecos,
de puro daño, el día se rompe en nubes pesadas,
desde la ventana, imaginas el momento en que todo acabe.

Sientes como te vienes abajo, destrozado,
la esperanza quebrada, audaz silencio,
calle alargada, ventanas cerradas en rotonda de negro y cristal.

Siempre puedes volver a tu refugio,
las lágrimas que ruedan y se pierden en la tarde,
un dulce abrazo que consuela y quema.

No llores, te dice, entre susurros,
no llores, que el día es aún joven,
y tu todavía puedes saltar muy alto.

No llores, pequeño gran héroe, 
que eres valiente y más fuerte que ellos,
grande el corazón, calmada la mirada.

Seré para ti tu Excalibur, y tú serás el justo Arturo,
seré tu esperanza y hogar, y a mí vendrás en la tormenta.

No llores, que las cicatrices se quedan, 
marcan al que sobrevivió,
al que construyó el más alto de todos los sueños.


¨La fuerza no es la del bruto, sino la del que se levanta tras caer¨



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