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Mostrando entradas de septiembre, 2017

Para tí

¿Qué le escribes a una amiga? ¿Qué le dices a ese pedazo de tu ser? ¿Qué podrías transmitir con tu poesía para que su imagen brille? Todo comienza, y terminará, en la estación,  los trenes pasan, vidas olvidadas, y entonces la sonrisa nace como el canto del piano. Podrías decir que no la viste, que no supiste quién era, que su cabello no te susurró un nombre tenue como el amanecer, que sus ojos no leyeron la tristeza que ya habían conocido. Pero también podrías no mentir, y decir que escuchaste su risa, que la estación perdió sus colores llorosos, que su mirada chispeaba como una tormenta de fuerza y determinación. Este poema es para tí, Paloma,  nuestras historias, nuestros recuerdos, tardes de dolor, lágrimas secas y abrazos distantes. Este poema es para tí,  como ese atardecer en Debod, el sol caído y el otoño volando, como mis palabras, que son voz de mis cristales rotos. Este poema es para tí, en medio de la terrible noche, y con él te regalo el Palacio d

Tú dijiste

Esa noche, tumbados en el suelo, el vino entre nosotros, blanco y suave, y mi mirada clavada en la tuya, agarrándola con ansia. No pude sino sentir el frío de ese verano que se acaba, el balcón abierto, y Malasaña bailando,  tus palabras acercando nuestras distancias. Deseé besarte, y contemplar mil amaneceres contigo, alcanzar la armonía perfecta, nuestras notas encajando,  tu piel bebiendo de cada parte de mi alma. Tú te reías, y entonces yo sentía como se caía el silencio, en añicos, trona el blanco roto de las paredes, oscuros esos ojos que nunca alcanzaré. Dijiste que nunca te habían dedicado un poema,  y por ello te escribo este, borracho de nostalgia,  caricia incansable que quiere llegar a la luna. Deja que me acerque, por favor.  Prometo que tendré cuidado, que no dejaré que el cristal se rompa, que tendrás reposo a mi lado. Tú dijiste que la poesía es para los necios, y ahora te escribo esta, ciego de esperanzas vacías, es mi historia, destino y fina

Está oscuro

Nunca nadie ve lo que hay dentro,  una canción rota, un canto ahogado un niño encerrado en el hielo, que ansía salir. Cuando llega el invierno, se apagan las luces y todo se vuelve tan oscuro, que tengo miedo, una mano que me arrastra a lo profundo. Sólo quiero una guía a la superficie, respirar, la maldición del olvido revolotea, cuervo blanco, anuncia que todo arde, que se viene abajo. Escribo esto, y lloro, la música ruge como la desesperanza,  demonios de rostros conocidos, voces sutiles, y los gritos desgarran sin que el acero pueda brillar. Mi corazón se rompe, y el piano alcanza el re mayor las manos se alejan, y el pánico se me escapa,  todo está oscuro, y yo solo. La marea se me traga, y cada vez el alba está más lejos, poeta en Nueva York, luces de gas que se funden, las farolas alumbran la tragedia de Sófocles. Está oscuro, y tengo miedo. Las sombras danzan, y mis silencios se callan disparando fusiles de rosas marchitas, la sangre toca la campana y

Cicatrices

Un tarareo que está lleno de sueños, que llena el vacío de la mañana oscura, de sábanas frías y ojos llenos de pensamientos. No queda sino despertar de la noche,  abrazado a una posibilidad que me esquiva, escuchar el rugir de la ducha, atronador y pálido. El miedo se aferra, la cocina queda lejos, y los brazos cálidos, tornan en escaleras de ladrillo, cárcel de la vida, pupitre verde de hierro silencioso. Se levanta el caer de los pasos,  se detiene el corazón, duele la tinta sobre el papel, los libros gritan desde la estanterías, aterrados. Sonrisas de porcelana, manos que golpean, sus palabras erosionan la voluntad del indefenso, ¿escuchas los cuchillos que emergen de sus labios? Claro que los escuchas, resuenan en mil ecos, de puro daño, el día se rompe en nubes pesadas, desde la ventana, imaginas el momento en que todo acabe. Sientes como te vienes abajo, destrozado, la esperanza quebrada, audaz silencio, calle alargada, ventanas cerradas en rotonda de ne

Héroes

Todos sueñan con ser grandes héroes,  miles de cicatrices pálidas, grises espadas, orgullosos en la derrota, humildes en la victoria. Todos sueñan de noche con la fuerza del valiente, fiera llama de pasión que alberga el corazón,  justicia y sabiduría, frías virtudes del mejor. Mentes que se evaden en la pantalla colorida, fantasmas de una época que no es la suya,  vagando por mundos encerrados entre páginas delicadas. Les lloran los ojos, después de años de espera, sentados en la sillas de un largo corredor desinfectado, carente de humanidad y lleno de pasos silenciosos. ¿Os creéis grandes reyes? No lo sois, meros figurantes, jarras vacías de todo contenido, fracasados los votos de caballero, se muestra la verdad. Sois pura niebla que sueña con ser nube, larva que espera ser mariposa de amplias alas, romperéis la rueda que nos aplasta a todos, ¿verdad? Se acaba la noche, bravo guerrero, y el reloj se come tus horas con la mirada de un dios, y tú te quedas sin

Devuélveme al invierno

Me sangra la boca, y sabe a hierro mientras te hablo, con los labios dibujando tus palabras traidoras, negro sobre blanco, y no sé que creer, inseguro, café cortado de bar barato. Quiero que me digas que te equivocaste, que fue tu culpa, que vuelves a mí envuelto en la niebla del que se fue inadvertido, dejando en mis sábanas el dulce aroma de tu colonia silenciosa. Has venido a robar mis pesadillas, ¿verdad?, has vuelto a traer un mar de pena y risas calladas, porque ya no puedo mirar esos ojos verdes como la primavera. Asco, desprecio, y calidez, unidos, danzan alrededor de tu foto, porque eres abrazo viejo, y veneno con olor a almendras, y solo escucho tu canto de sirena, promesa de viajes lejanos en tu cama. ¿Qué haces aquí? Nunca debiste regresar, yo ya había tirado tu maleta, tiré mis recuerdos a la basura del verano, y los besos falsos y rígidos, amarillenta la hierba de un tiempo de costura y reparación. ¿Puedo gritarte que te odio? ¿Puedo gritar que ansío t

Piano, Crescendo

Escuchar las notas en cascada ascendente de susurros, sentir la caricia de las manos en las teclas de mi alma,  olvidar el ¨Para Elisa¨ y sumirme en nuevo sueño alado.  Dulce recuerdo de lágrima de cristal, color de reloj estropeado, perdido entre la marea de líneas del firme pentagrama helado,  buscándote en cada pájaro, en cada brizna de aire que respiras. ¿Vendrás a mí, en el alba? ¿Susurrarán tus labios un acorde de nostalgia? Tantas preguntas sin respuesta, como velas en la ventisca, apagadas, sumidas en torbellinos de armonías en violeta y negro. No puedo más que sumirme en el insomnio de un dolor roto en silencio, clave de sol infinita, comienzo, pero nunca fin, en blanco y resonante, corazón de una primavera que muere en brazos del ¨Invierno¨ de Vivaldi. Puedo leer tus cadenas con la mente lejana como un pájaro joven,  cobarde el suspiro que escapa de tus ojos envuelto en fría perfección, y se alzan las columnas de la dulce elegía que nuca te dedicaré.