Se han acabado nuestros días en Madrid
Ayer te dieron la extremaunción, hoy te escribo esta, el tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y con todo, llevaste la vida sobre el deseo que tenías de vivir. Ayer te dieron la extremaunción, y hoy me duele el silencio en el pecho, Y el cristal que nos separa me quema las manos, tu ausencia pintada en los susurros callados de las paredes azules. Ahora tu voz se va, lejana, por las calles del Madrid que tanto amabas, Vestida del verde de las hojas de nuestro balcón, Como si la primavera ya nunca fuera a abandonar tu risa. "El viaje no concluye aquí" me dices mientras te pones el abrigo que tanto te gustaba llevar Con los ojos dibujados como estrellas en los espejos del salón, Y tu reflejo está fijo en los mil bailes que ha visto nuestra memoria. Y estás tan calmada, tan sencillas las manos que reposan en suaves notas en piano, Con la mirada fija en aquella noche en la que reiste, y bailast