Entradas

Mostrando entradas de octubre, 2018

La Rosa de los Vientos

Dicen por las calles que las flores conocen el nombre de la Rosa de los Vientos, que en secreto susurran sus letras a las estrellas invernales, y las piedras de mi calle se ensucian bajo las botas del trajeado sin piedad. Todos compramos juguetes nuevos, más brillantes, que diviertan nuestras ansias de lujuria insomne, mientras que el carrusel y sus luces de cristal  hacen que el mundo gire a toda velocidad. Y por eso te digo, ten cuidado con la noche envidiosa de las penas del día, ten cuidado de las sábanas de una cama nueva, del aroma de un amanecer bajo las sombras del almendro desflorado. Que todos buscamos de esos besos que saben a tabaco viejo, a fiesta y desenfreno, de esos besos que tanto nos ponen, y hacer nuestras las noches largas, de esas en las que las  mamadas siempre acaban en carcajadas. Espero que sepas que son esas palabras que te van a condenar, a caer rendido ante sus pies, a adorarlo como un dios, un perro postrado ante un amo de sonrisa delira

Del silencio y sus colores

He caminado incontables calles, enfundado en mi pena, mientras que Madrid llueve a mi alrededor, solo, destrozado, muñeco de trapo harapiento. Te he buscado incansable, mientras que de tu boca no sale más que silencio, el silencio que desgasta el alma con la dulzura de esos ojos tuyos, esa mirada que se llenan de los colores tardíos de otoño. En mi mano, aprieto el primero de mis silencios, la flor roja que me regaló aquel vagabundo en el metro, y a cambio, mi sonrisa y unas palabras de consuelo.  Es de papel basto y rudo, pero sus pétalos delicados son casi cortantes, y sus alientos me recuerdan lo que una vez dejé atrás por seguirte, la caída de los sueños, la casa rota bajo el peso de la podredumbre.  Este silencio mío, esta llamada del alma, esta flor marchita de esperanza, se moja bajo la lluvia, y entre mis manos se va deshaciendo en pedazos de besos muy pequeñitos. En la otra mano, apretada en el bolsillo de mi abrigo, tengo el segu

¡No pronuncies su nombre!

¡No pronuncies su nombre! Y si lo pronuncias, ahógalo en llanto, y si no lo ahogas, quémalo con una risa de cristal y lluvia. ¡No pronuncies su nombre! Y si lo dices, danza bajo las estrellas y si no danzas, sumérgete en el silencio del que camina incansable.

Cobarde

Sentado ante el Dios en las alturas, pequeño e insignificante, inocuo mortal, y la música en celeste y plata que resuena en la catedral. Furia eterna desde las nubes de las cristaleras, en descenso de rayos y palabras de lejanía, diamantes rotos sobre los ojos del ciego que no quiere ver. ¡Cobarde, Dios, cobarde! Tú que me encerraste entre las cuatro paredes de este mundo, tú que alzaste la voz por encima de la tormenta de la demencia. Es la tuya la falta de valor del mar cuando sale la luna, el aullido del lobo solitario, la caída de las estrellas otoñales en sinfonía de blanco y negro ¡Cobarde, Dios, cobarde! Cobarde por no existir, porque tu sagrado trono se alza sobre los huesos de los Santos, porque tu Luz no es la del alba, sino la de un ocaso de hojas marchitas y labios sellados. Y como si de un susurro se tratase, el llanto escapa de mis entrañas, mezclado con el amargor de un invierno que se duerme en silencio, mientras que el Edén cierra sus puertas y l

Alicia

Ella es Alicia, en el país del porno y las pesadillas... ¡NO; NO; NO ME GUSTA ESTA INTRODUCCIÓN!Carece de elegancia y adolece de diversos vicios legales... dejemoslo así: Yo soy Alicia, en el país del porno y las pesadillas, y si tal vez mi barba les confunde, imaginenme con un vestido de satén azul, encaje de seda blanca en los bajos, y en un bolsillito, no galletas, sino mas bien jeringuillas. Tal vez me salga del plano, y corte por la tangente, mientras les cuento esta historia, pero teniendo que me creó un viejo, me leyó un necio, y me interpretó un traductor pobre de recursos mentales, tampoco pueden ustedes escandalizarse. Soy Alicia, en efecto, y he roto espejos, he destruido palacios, he comidos conejos y he faltado al té ¡qué chica tan mala! Soy Alicia, y si les soy sincero, intento impresionarles, así que va siendo hora de dar fin a este poema tan lamentable. Sin embargo, el alcohol, el tabaco, y otras sustancias que no menciono,  me impulsan a adverti

Los ojos, chico

The eyes, chico. They never lie. Los ojos, chico, nunca mienten. Hubo alguien en el pasado que decía que son la ventana del alma, que por ellos se escapan los sentimientos como alondras primaverales. Los ojos, chico, sí que mienten. Desde amaneceres grises como el acero de una despedida, hasta atardeceres que se desmoronan en castillos de naipes doblados. Si buscas la verdad en un balcón a Malasaña, encontrarás el humo de los poetas muertos y borrachos, el ácido olor de un café que alguien se dejó abandonado en un esquina destartalada. Y te pido perdón por ello, por el amor que se nos ha muerto, por la terrible distancia que nos separa, porque mis ojos, chico, te están mintiendo. Azules como el oceáno profundo y traicionero, o verdes como Lorca en su poesía eterna, todos los ojos, sumidos en la melancolía, aguardan para ser retratados. ¡Y de verdad que sé que estás ahí, al otro lado de la línea, respirando fuerte, como si quisieras alejar todas mis palabras, c

Nácar y coral

Es  dulce como las notas deslizándose por el piano, como una suave melodía en medio del infinito silencio que nos rodea, como si un canto se apagara lentamente en la noche estrellada. Es un gemido que se alza hasta convertirse en armonía,  es furor libre, vagando como fantasma por las costas de tu piel, como si el mundo susurrara su nombre a plena voz Sentir sus caricias en la piel, con la manos de tonalidades en seda, y sus ojos profundos como la luna ahogada de mis cuentos, siempre calmada y éxtatica, perdida en sus propios sueños. Es mujer, y hombre, y niño, y anciano, es sabia, antigua, terrible, dolorosa como el lamento de los cisnes, sibilante, hermosa, furia en zafiro y espuma. Y cuando, en voz baja, me cuentas tus historias, de como la sirenita perdió el norte, y se casó con un ahogado, de como los corales se mecen al compás de tu dolor. Y cuando en voz muy, muy queda, acaricias mi oido, y me cuentas con la voz llorosa tus penas y

Canto a Troya

¡Se alzan las trompetas, la gloria de los señores de Grecia! Naves firmes, madera curtida, y relucientes navegan los hermosos hijos de los dioses Ante ellos, la luz de Troya, el orgullo del Mundo Antiguo, eterna claridad  desafiante como alondra en pleno vuelo, que jamás proyectó sombra de duda o temor. ¡Se alzan los tambores, héroes de la Ilíada! Requiem de Príamo, sabio rey en su trono de piedra, Canto del cisne de Agamenón, soberbio monarca de oro y joyas Oh fiero Héctor, contempla la ruina, que llama a tus puertas, es el grito de la barbarie que trae la desgracia a la casa de tu padre, cruel sacrificio para la belleza y el amanecer. ¡Escuchad los gritos de los remeros, su furia en bronce ardiente! El astuto zorro se relame, aquel que llaman Odiseo, la presa está madura, y la divina Atenea les acoge bajo su Égida. Paris, Paris, ¿por qué traes la vergüenza sobre los jardines de tu mansión? Es amor, es canción, poesía, grito de alocada juventud, amante de ojos o